No, no es un elogio de la lectura en el lavabo. El inédito de Miller no es un libro sobre libros; de hecho, la mayoría de recomendaciones son sobre lecturas a evitar (y son bastantes). Tampoco se le ocurra, ni como lectura vivencial, llevarlo al baño. Pero si lo asaltan las ganas, imagínese a Henry Miller mirándolo mientras se dispone a ese ejercicio de multifunción orgánica e intelectiva. Cohíbase: haga lo uno, después lo otro, pero bien hechos ambos. Porque lo primero es tan vital como lo segundo.
Nunca lea en el retrete, pero piense en el libro que leyó ayer, en las preguntas fundamentales de la vida o en por qué cree en un dios o en ninguno; por último, no piense y actúe rápida y eficazmente como los hombres de acción. Sea un intrépido del wáter, no un burócrata del excusado. En todo caso, pregúntese por qué la ducha está en el mismo lugar. Ríase un poco.
Se trata de un ensayo caustico sobre cómo leer la vida, con una premisa elemental: concentración, delectación y buen humor. A la vez es una crítica contra la civilización contemporánea que nunca tiene tiempo, que procura la efectividad haciendo múltiples tareas, pero todas mal. Lo que para el escritor eran libros pretenciosos y vacíos, siguen siendo libros pretenciosos y vacíos, pero a los que se suman las redes sociales, teléfonos inteligentes y toda clase de tecnologías que mal empleadas se convierten en distractores para escapar de uno mismo.
«Los buenos escritores necesitan buenos lectores» y viceversa. Pero si el momento de evacuar es cuando se ejercitan los lectores, poco va a quedar de lo que ingrese, cuando el cuerpo pone toda su energía en el acto deyectivo. El escritor se pregunta por qué no se come en el baño o se practican escalas musicales durante el almuerzo. La respuesta es el sentido común, por supuesto.
Entonces ¿por qué leer en el retrete? Todos son variados y divertidos ejemplos sobre esa compulsión del hombre moderno de «ahorrar» el tiempo, pero acción por acción es existencia y la vida humana es el actuar del pensamiento. Miller dice sobre los mejores hombres, los despiertos: «Para ellos el problema del tiempo es sencillamente inexistente. Viven el momento y son conscientes de que cada momento es una eternidad, consideran libre todo el tiempo que tienen».
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