lunes, 24 de noviembre de 2014

Toulouse-Lautrec

Habitual de los prostíbulos, gran bebedor de absenta, con su metro y medio de estatura se acostó con las mujeres más codiciadas de París, conoció a Picasso, Degas y Van Gogh; su carácter y talento le quedaban grandes, le desbordaban por todos los pliegues de su traje. 

La vida también lo desbordaba, y a los 37 años le quedó tan grande que se perdió como tantos otros en los excesos que lo llevarían a la muerte. No tuvo suerte en el amor, si en el sexo por dinero y las amantes. Su neurosis le haría una persona complicada, sumada a los trastornos mentales de la sífilis que contrajo en los más sórdidos burdeles de la ciudad luz.

El imaginario bohemio de París debe su origen a Lautrec y a otros artistas que enfocaron su pluma o pincel en los barrios bajos de latinos, negros y gitanos, ahí donde la vida efervecía de tormento, vigor y placer. Si bien se le enmarca en el postmodernismo, nunca se adhirió a corriente artística alguna. Henri de Toulouse-Lautrec fue él y su lujuria por la vida de 1864 a 1901 y seguirá siendo así más allá del calendario.

Autorretrato

Aristide Bruant en su cabaret


Bailarina sentada

Beso en la cama

Confetti

Diván japonés

El fotógrafo Sescau

Sueño en camisa

Caballero inglés en el Moulin Rouge

Inspección médica

Jane Avril

Jane Avril

La arlequina Cha-U-Kao en el Moulin Rouge

La Goule bailando

La Goulue llegando al Moulin Rouge

La Goulue

La lavandera

Mujer tatuada
La revue blanche

Dos amigas

Le Missionnaire

Marcel Lender bailando el bolero en Chilperic

Moulin Rouge

Mujer de cabello rojo agachada

Mujer poniéndose las medias

Mujeres bailando el vals en el Moulin Rouge

Reina la alegría

Retrato de Oscar Wilde

Retrato de Vincent Van Gogh

Salón en la calle del Moulin Rouge

Suzane Valadon

Un palco en el teatro

Yvette Guilbert

Yvette Guilbert

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