Los próximos artículos intentarán
una aproximación breve y concisa hacia la teoría de la evolución; cómo
funciona, en qué se sustenta y porqué es necesario conocerla y comprenderla. La
palabra fluye en boca de todos pero solo unos cuantos entendidos en ciencia e
intelectuales saben en qué consiste y su importancia, que es vital para la
comprensión y desarrollo de uno mismo y de la especie. Cambiemos eso, la
evolución no es una teoría, es un hecho comprobado, tanto como las leyes
físicas de la gravedad o la inercia; es el lenguaje de la vida, su historia y
la historia del hombre.
La evolución ya era un concepto
conocido antes de Darwin, lo que comprobó el naturalista inglés fue su
mecanismo, la Selección Natural, tema de la siguiente publicación. Lo que abordaremos
aquí serán los principios del desarrollo de la vida en la tierra a través de
los principios generales de la evolución desde las palabras de la biología
elemental. Muchas culturas antiguas ya tenían una idea de la evolución, pero
debido a lo asombroso del mundo natural, no podían atribuir su complejidad sino
a un diseño inteligente concebido por un creador.
En biología, la teoría de la
evolución no responde al origen de la vida, pero si a cómo una vez surgida se
diversificó en las increíbles formas actuales y fósiles conocidos, a la vez que
ofrece una explicación sobre cómo las criaturas modernas continúan adaptándose
y cambiando. La evolución puede ser definida como: cualquier cambio en las
características hereditarias físicas o de comportamiento en una población a
través de las generaciones.
Todos los seres vivos son capaces
de reproducirse, de hacer copias de sí mismos, pasando su ADN a las
generaciones futuras. El ADN es una cadena química almacenada dentro de todas las
células, que contiene información codificada sobre cómo funcionar y crecer.
Todas las cadenas, si bien tienen idéntica estructura principal, difieren entre
sí dando origen a la diversidad de las especies y a la identidad propia de cada
ser vivo, llámese ameba, mosquito orquídea o humano.
Las pequeñas mutaciones en el ADN
determinan la identidad singular de los individuos y las más grandes la
especie, género, familia…y así sucesivamente hasta el origen común de la vida,
es decir, la forma primera. Estas mutaciones ocurren aleatoriamente al momento
de la reproducción, ninguna copia es perfecta y la más mínima variación en la
cadena de ADN produce un nuevo ser similar a su creador(es) pero con ligeras
diferencias físicas o de comportamiento. Los cambios que favorezcan la
adaptabilidad de la especie (supervivencia),
serán mantenidos en la cadena de ADN al igual que las mutaciones
desfavorables tenderán a ser eliminadas.
Entonces, la evolución es:
cualquier cambio en las características hereditarias físicas o de
comportamiento en una población a través de las generaciones. Se trata de un
concepto sencillo, comprensible por científicos y personas comunes; más aún,
fácilmente observable cada día en la naturaleza y las propias familias humanas.
La evolución trabaja lentamente, resultando en que los pequeños cambios sumados
a través de las generaciones crean dramáticos cambios en las especies.
Tomemos como ejemplo a los
perros. Todos descienden de un grupo ancestral de lobos grises, pero su
evolución fue guiada de manera inteligente. El hombre escogía qué cachorros de
lobos mantener a su lado en base a las funciones que necesitaba: compañeros,
guardianes, cazadores y hasta adornos, originándose así una nueva especie con
el tiempo. Es lo que se llama “Selección artificial”, lo mismo que se hace hoy
con el ganado y la agricultura a través de la manipulación genética. Si bien
diferentes, los perros mantienen ciertas características físicas y de
comportamiento de sus ancestros comunes.
Una cantidad masiva de evidencia
observable desde diferentes campos de estudio como la genética, química,
paleontología y matemáticas sugieren que todos los organismos vivos comparten
un ancestro en común. No sabemos cómo nació esta forma de vida original pero la
ciencia sigue en su búsqueda. Lo que sabemos con certeza es que un simple
proceso de reproducción con variaciones durante billones de años es responsable
de toda la diversidad de la vida en la tierra.
Sin embargo, la diferencia entre
un helecho y un puma o entre una ardilla y un elefante es evidente, tanto como
que se trata de una evolución que no es producto de la selección artificial; lo
que lleva a preguntarse quién guió ese proceso. La respuesta final fue
contestada independientemente por dos científicos en el siglo XIX, Charles
Darwin y Alfred Russel Wallace ¿El mecanismo? La Selección Natural.
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