No existe la certeza de nada más irrefutable: discutamos sobre Dios, el
sentido de la vida o el amor y todos dejarán más dudas de las que podrán
resolver; hablemos sobre los Stones y la realidad será entonces, como la
primera frase de este párrafo, una de las pocas verdades absolutas de la
tierra. Si Los Beatles (sin duda el
grupo más legendario) fueron el Cristo del rock y el pop, los Stones, sus
satánicas majestades, fueron el anticristo
de una época cuya simpatía por el diablo comenzó a romper con todo lo
establecido, a lograr urgentes cambios. Los Stones siguen siendo la banda
sonora de la película del último medio siglo, el más importante quizá, de la
historia de la humanidad.
Mick Jagger dijo alguna vez que el espíritu de los Stones, vivía en los
escenarios, como el de los Beatles en sus discos. Nada más cierto, es a partir
de esta premisa que nace la sólida relación de la banda con el cine. En sus
primeros años de fundación, más que su música, llamaba la atención de la prensa
y comunidad londinenses la apariencia rebelde y la inmoral descarga de energía
de los conciertos de una banda que se perfilaba peligrosa para el status quo. Charlie is my Darling (1966) de Peter
Whitehead, fue la primera película de los Stones, un documental que capta
precisamente la polarización de jóvenes y adultos frente a un grupo que para
unos representaba libertad y para otros el caos y el comienzo del fin de la
sociedad que conocían.
Son entrañables los momentos espontáneos en que Jagger, Richards, Jones,
Watts y Wyman bromean, discuten e improvisan con la candidéz de unos muchachos
en sus tempranos veinte años. No obstante ya se muestran como músicos maduros.
El director tiene la suerte de filmar al grupo en el año en que con Aftermath,
su primer álbum de temas enteramente originales, logran el estilo propio que
los definiría en adelante. Brian Jones dice “estoy satisfecho con lo que
hacemos” y es algo que se refleja claramente en los demás. La explosividad de
sus conciertos, como lo demuestra este primer testimonio cinematográfico, lejos
de disminuir ha crecido hacia una espectacularidad incomparable. Otro aspecto
interesante que no se repetirá en futuras cintas será el escaso protagonismo de
Jagger y el acierto de mostrar a la banda, en lo que a imagen se refiere, como
un todo. Una de las últimas escenas muestra a Richards y Jagger improvisando
una digna parodia de Elvis en Are you lonesome tonight?.
Francia, mayo de 1968: los jóvenes se convierten en un movimiento
socio-cultural capaz de enfrentar a la creciente sociedad de consumo promovida
por los medios masivos de comunicación; con los gobiernos de occidente puestos
en jaque y los Rolling Stones, Beatles, Bob Dylan, entre otros, como ídolos
musicales de la contracultura puesta en pie de guerra, Jean-Luc Godard dirige Sympathy for the Devil. Originalmente
titulada One plus One, la película aborda
diversos temas en una narrativa principal algo complicada debido al caracter
interpretativo de los mensajes y la edición, que aunque brillante, resulta enrevesada
a la hora de exponer tal número de materias y preguntas subjetivas. Se trata de
un filme de doble género, por un lado el rockumentary, en las escenas en que
salen los Stones grabando Sympathy for the Devil; por el otro una reflexión
socio-filosófica de los problemas de la época y el papel de sus protagonistas
(jóvenes, intelectuales, revolucionarios).
El concierto gratuito de los Rolling Stones en el Hyde Park de Londres
reunió a 650 mil personas, el evento musical más grande que había visto el
mundo hasta la fecha fue capturado por Ju Durden y Leslie Woodhead en Stones in the Park (1969). De altísima
calidad, es uno de los mejores documentales sobre la banda y compone además un
inapreciable retrato del espíritu de los 60. Destaca por su sencillez: tomas de
la banda tocando, momentos íntimos del grupo, entrevistas a los personajes de
la calle y a un Mick Jagger que parece un anticristo idealista. “Un concierto
no solo se trata de salir a entretener y tocar música, sino de compartir con el
público un sentimiento común, de tomarse las manos todos juntos y bailar
alrededor de ese sentimiento” dice Jagger, visiblemente afectado por la muerte
dos días antes del guitarrista, fundador del grupo y amigo, Brian Jones; a él
le dedica, en uno de los momentos más emotivos del concierto el poema de Percy
Bysshe Shelley, Adonaïs, una sentida elegía recitada en
el silencio de más de medio millón de fanáticos.
Esta sería también
la primera aparición en vivo del reemplazo de Jones, Mick Taylor, ex
guitarrista de John Mayall and the Bluesbreakers. De las entrevistas a quienes
asistieron al evento se desprenden dos mensajes claros respecto a los Stones y
que explican la tremenda simpatía de su legión de seguidores: -los Rolling
Stones son como nosotros, solitarios y forasteros- y que –al contrario de los
Beatles y otras bandas son anti stablishment-. Los Stones eran todo lo que no
debían ser y triunfaron. Entre el público de viejos rockeros y nuevos hippies
aparece un joven Paul McCartney confundido entre la multitud disfrutando del
frenesí musical de la banda más salvaje del mundo.
Tras tocar los
mejores temas de su último álbum Beggars Banquet, el primero de sus cuatro
discos leyenda, se despiden tocando Sympathy for the Devil con una banda de percusionistas
africanos en un apoteósico final que deja en claro que la historia continúa
ajena al curso de la vida. La presentación del 5 de julio de 1969 quedó
registrada como una de las más sentidas e históricamente más importantes del
grupo, fue transmitida más adelante por la televisión británica con una gran
respuesta. Ese mismo año graban Let it Bleed, disco que cuenta con
composiciones del fallecido Jones y el recién llegado Taylor que sería otro
éxito mundial. Con este álbum emprenderían una nueva gira por Estados Unidos de
donde saldría un nuevo trabajo cinematográfico.
Gimme Shelter (1969) se basaría en otro memorable concierto de
los Stones, solo que esta vez menos afortunado que el anterior. Dirigido por
los hermanos Albert y David Maysles, el documental recoge imágenes de la gira
del Let it Bleed por Norteamérica, rotundamente exitosa aunque finalmente
enlutada por la tragedia de Altamont. Tres partes componen la cinta: la
grabación de algunos temas de su próximo disco, donde se muestra el proceso
creativo de la banda, sus ratos de ocio, bromas y actitudes personales; la
serie de exitosos conciertos acompañados por Ike y Tina Turner y el fatídico
concierto. El 6 de diciembre de 1969 llegaron hasta California 300 mil personas
de todos los rincones de Estados Unidos para lo que prometía ser el nuevo
Woodstock. La riqueza de este material la constituyen los personajes de una
década que no volverá, la psicodelia y el consumo de toda clase de sustancias
psicotrópicas estaba en el punto de quiebre entre el “paz y amor” y el
descontrol que llama a la violencia y esa línea, claro, se rompió.
Según la filosofía de las drogas (inalterable hasta hoy) no es suficiente
con pasarlo bien porque siempre puedes pasarlo mejor, solo hay que sazonar el
momento con dos o tres pastillas, unos polvos, hierbas, o esos hongos que no
suelen usarse en la cocina. La gente de Altamont, fieles a sus convicciones,
decidieron pasar de la teoría al empirismo tal vez demasiado pronto, la lucidéz no era la condición general, se
había escondido en botellas de cerveza y cigarrillos que no eran de tabaco.
Desde muy temprano tocaron Crosby, Stills, Nash and Young, Santana, The
Flying Burrito Brothers y Jefferson Airplane. Fue con estos últimos que inició
el desbande. A Recomendación de los Grateful Dead, los Stones contrataron para
mantener el orden a la mundialmente conocida banda de motociclistas renegados
los Hells Angels, seguro teniendo en cuenta que estos ya habían actuado como
seguridad en el Hyde Park de Londres sin ningún problema.
Con Jefferson Airplane empezaron
los disturbios, entre la enajenación del tumulto y la confusión general el
cantante Marty Balin fue noqueado por un Ángel del Infierno en el escenario,
luego de este incidente los Grateful Dead decidieron cancelar su presentación.
Entre innumerables disturbios, tres partos, tres muertes accidentales y muchos
evacuados por las sobredosis llegaron los Stones como acto final. La situación
era insostenible, fue un concierto accidentado, con Jagger llamando a la calma
a cada instante y dentro de una atmósfera tensa, visiblemente incómoda para el
grupo. La tragedia se consumó cuando Meredith Hunter, un joven de color, sacó
un revólver con intención de dirigirse al escenario siendo interceptado por un
Ángel del Infierno que lo apuñaló repetidas veces ocasionándole la muerte, todo
fue captado en la película. Denme refugio (Gimme Shelter), era la sensación de
los Stones tras el fatídico hecho que puso fin a una serie de exitosas
presentaciones. La cinta es la fotografía de una época, que compone, junto a
Stones in the Park, dos visiones diferentes de un mismo contexto histórico, la
estadounidense y la europea.
En 1972 la banda se encontraba en el punto más alto de su talento creativo,
editan Exile on Main Street, su mejor álbum hasta hoy, ya icónico en la
historia del rock. Vuelven a los Estados Unidos, esta vez en su mejor momento y
más salvajes que nunca. De esta nueva gira nace Cocksucker Blues de Robert Frank, fotógrafo de la banda que también
realizó la portada del Exile. Debido a su contenido calificado de “demasiado
obsceno” nunca fue estrenada formalmente, solo pudo conseguirse un permiso para
presentarla una vez al año en el cinematógrafo de Londres. Estamos ante un
híbrido entre documental y ficción, todo el material de los Stones es original,
sin embargo para determinadas escenas se utilizaron actores desconocidos.
Sexo, drogas y Rock`n Roll, de esto trata la cinta, de cuando el desenfreno
y la genialidad se encuentran en su máxima expresión y caminan juntas de la
mano hasta que inexorablemente se agarren a trompadas. Groupies inyectándose
heroína, fornicando en el avión, el aburrimiento en los hoteles, la explosión
en los conciertos, todo esto es presentado sin una línea argumental o narrador,
es más como un collage de imágenes grabadas para matar el tiempo. De Cocksucker
Blues podemos rescatar imágenes que se graban indelebles en la memoria: Jagger
jalando cocaína de un cuchillo antes de salir al escenario, Richards tirando un
televisor por la ventana de un hotel y los cameos de Truman Capote y Andy
Warhol, ambos amigos de la banda.
Exile on Main Street, no solo había elevado a los Stones a la condición de
arquitectos del Rock`n Roll, los consolidó como la banda que daba las mejores
presentaciones en vivo del mundo, Ladies
and Gentlemen: The Rolling Stones (1973) da fe de este gran momento
interpretativo. Rollin Binzer dirige un concierto atípico, alejado de la
explosión de luces, colores y la teatralidad característica, para crear una
atmósfera más íntima y obscura, justo como la del Exile on Main St. Editada a
partir de dos presentaciones en Fort Worth, Texas, este concierto ocupa, sin
duda, el primer lugar de cualquier lista de los Stones.
En los noventa minutos de duración la cámara está enfocada casi todo el
tiempo en Jagger y no es para menos, ha de ser el mejor frontman y uno de los
mejores vocalistas de la historia; Taylor se encuentra en su mejor condición
técnica, y junto a Richards, los Stones tienen dos guitarristas capaces de igualar
las presentaciones de virtuosos como los de Led Zeppelin o Cream. Hay que
resaltar la magnífica edición en cuanto a tomas y canciones, que logran el
equilibrio perfecto entre el sentimiento del blues y la rebelde locura del
rock. El público se muestra solo pocos segundos, la banda parece tocar para si
misma, enfrentando un mar de oscuridad infinita, la iluminación es escasa y
solo para ellos, que encienden con su música el lugar. Un concierto increíble
que provoca viajar en el tiempo y no regresar jamás.
La adicción a la heroína de Richards y el afán protagónico de Jagger
produjo enfrentamientos en la banda, tensión superada en los estudios y que
produjo exitosos discos, que no obstante, no superaron la altísima vaya de sus
trabajos anteriores. En los escenarios la situación era distinta, nada había
cambiado, por el contrario, sus presentaciones mostraban una banda sólida y con
más energía que nunca. De vuelta en Fort Worth, Texas y en plena explosión del
Punk y el Heavy metal, los Stones regresan para demostrar que siguen más
vigentes que nunca con Some Girls (1978),
concierto dirigido por Lynn Lenau, que forma parte de la gira del álbum del
mismo nombre. Tres años atrás Mick taylor había dejado la banda, su reemplazo
desde 1975, Ron Wood, ex Faces, se acopló de inmediato dándoles una dosis de
actitud y talento que solo elevaron al grupo a otro nivel de espectacularidad,
Some Girls es la viva prueba.
Una carga fuerte carga sexual domina este concierto, los stones son una
fuerza animal que fornica multitudes. El arranque sin piedad deja sin aliento
al público, hoy, frente a la pantalla es posible revivir la misma sensación.
Puro y duro Rock`n Roll, los temas bluseros dieron paso a explosivas canciones
de riffs demoledores con una carga cinética imparable como Shatered, When the
whip comes down o Star Star. La química entre Jagger, Wood y Richards da a esta
presentación y a todas las posteriores una proyección lúdica y aún más desenfadada
(si eso era posible). Los Stones retornaban con un tremendo disco y una actitud
atemporal que comenzaba a unir generaciones, su público ya fueran adolescentes,
viejos o adultos son siempre jóvenes, como atestigua esta cinta, reunidos bajo
el símbolo de La Lengua que ya es símbolo de la inmortalidad y el legado
imperecedero del rock. La versión remasterizada de Some Girls fue estrenada en
la cartelera nacional este año para deleite de todos los peruanos.
De esta etapa se desprende otro gran concierto, Let`s spend the night together (1982) de Hal Ashby. Hace ya treinta
años esta cinta presentaba un formato de homenaje a los Rolling Stones, podemos
intuir que el director y porque no, el mundo entero jamás imaginaron que la
magia duraría hasta nuestros días. Nuevamente un escenario americano, esta vez
Arizona, vibraría con otra inigualable velada musical. La variedad del
repertorio es el punto fuerte de este filme, que tiene lo mejor de cada etapa
de los ingleses: clásicos de su juventud con Brian Johnson, el country/blues de
los setenta y el nuevo sonido funky/rock del Some Girls.
Se dice de los estadounidenses que son muy exagerados en cuanto a pompa se
refiere, nada más cerca de la verdad. Este concierto no escatima recursos en
deslumbrar al público con toda clase de artificios y números preparados para
determinadas canciones. Como siempre, los Stones derrochan una potencia
inagotable demostrando que el espíritu del rock`n roll es siempre joven. Las
canciones se encuentran alternadas con breves imágenes del grupo en sus inicios
y algunas entrevistas a Jagger, Richards, Watts y Wood. Un concierto
imprescindible, una fiesta sin igual que deja satisfecho a quien puede
revivirla a través de la pantalla.
Nueve años más tarde los Stones seguían tocando contra todo lo que las
leyes de la probabilidad y la naturaleza humana suponían. En lo personal,
salían de una situación crítica en los estudios producto del deterioro de sus
relaciones personales. Dirty Work y Undercover no habían sido los mejores
discos. Steel Wheels de 1989 significó su retorno al éxito comercial y una
nueva gira mundial que llegaría al cine de la mano de Noel Archambault, Stones At the Max (1991) marcaría una
nueva etapa del en música e imagen. Sorprende ver a los Stones con el cabello
corto por primera vez, muy señores, con un cambio de estilo pero no de actitud.
At the Max recoge las presentaciones del tour en Berlín y Londres, todo en
aquella gira fue ciclópeo: desde el escenario, las enormes figuras inflables y
fuegos artificiales hasta el talento de la banda y la orquesta que acompañaba
las canciones. Otro deslumbrante concierto esta vez filmado en IMAX, el hoy tan
publicitado formato, que mostraba a los Stones en toda su magnitud, diez veces
su tamaño en relación a la película normal de 35mml.
Un fantasma del pasado volvería en 1996, The Rolling Stones Rock`n Roll Circus de Michael Lindsay-Hogg,
grabado en 1968 para la televisión británica, jamás estrenado, que permaneció
olvidado en los almacenes de un estudio clausurado por décadas. Entre las
principales preguntas sin respuesta del hombre, como porqué estamos aquí y cuál
es el sentido de la vida, debería añadirse porqué semejante joya permaneció
oculta cuarenta años en la más infame ignominia. Grabado originalmente para ser
trasmitido como un especial de navidad a modo de promocionar el Beggars
Banquet, Rock`n Roll Circus reune a una constelación de jóvenes estrellas que
hoy son veneradas como parte del espíritu de una década prodigiosa para la
música, aquí están muchos de los protagonistas que lo cambiaron todo. El marco
es el de una sátira circense, con acróbatas, tragafuegos y enanos reales, los
Stones como directores del circo presentan una a una a las bandas de atracciones
de carpa que habrán de entretener al público.
Los Jethro Tull, con Tommy Iommi (futuro Black sabbath) son el primer acto,
porque tocar la flauta traversa y cantar saltando en un pie en la banda que
sería el padre del rock progresivo tiene que impresionar a más de uno, primero
al pequeño público del circo, después al mundo. Tremendos. Segundo acto: The
Who, con tres increíbles discos a cuestas y My Generation en camino, hacen lo
que tienen que hacer, espectaculares, no hay que decir más. Tercer acto: Taj
Mahal con toda la actitud que le precede hasta hoy. Cuarto acto: Marianne
Faithful, en ese entonces novia de Jagger, con una balada que congela el
corazón.
Quinto acto: La legendaria Dirty Mac, el supergrupo compuesto por John
Lennon, Keith Richards, Eric Clapton y Mitch Mitchell de The Jimmi Hendrix
Experience. Tocan Yer Blues, la mejor versión de esta canción jamás realizada,
tal despliegue de talento resulta indescriptible y produce ese sentimiento que
solo asoma al contemplar el arte en su expresión más sublime; luego viene Whole
Lotta Yoko, un jammin blues con la participación del violinista Ivry Gitlis,
que con su Stradivarius de 1713 impone toda la clase que hace falta. Esta sería
la primera presentación de Lennon como solista fuera de los Beatles. Los
Rolling Stones son el acto final, en una presentación fantástica con
premonición de elegía, pues será el último concierto de los Stones con su
formación original, también la última presentación en vivo de Brian Jones, que
moriría trágicamente meses más tarde. Rock`n Roll Circus es imprescindible para
quien aprecie la música en cualquiera de sus formas.
Sobre la muerte de Brian Jones, el parte policial concluyó que había sido
un accidente, según el testimonio de su enfermera, él se encontraba drogado y
pasado de copas cuando a media noche se le ocurrió nadar en su piscina donde se
ahogó presuntamente por un desmayo. No se encontró rastro de estas sustancias
en su cuerpo. Stoned (2005) de
Stephen Wolley reproduce los últimos días del músico a partir de una supuesta
confesión de su asesino, Frank Thorogood, en su lecho de muerte en 1993. Jones
era un hombre complicado más allá de lo que cualquier director podría suponer,
así que no estamos ante la película definitiva sobre el fundador de los Stones,
pero si ante una aceptable ficción que en lo argumental podría estar bastante
cerca de la realidad. Hay un punto débil y es el protagónico algo sobreactuado
que hace de Jones una especie de excéntrico decadente e inmoral, pero que más
que un tormento como suele pasar con las estrellas de rock, aquí parece como
una condición autoimpuesta y forzada para elevar al personaje a un estatus
místico. En suma una película interesante, pero si se quiere tener una visión
real sobre Jones mejor remitirse a los documentales, conciertos y bibliografía.
Tenía que llegar tarde o temprano, primero fue Bob Dylan, con No Direction
Home (2005), que Martin Scorsese decidió que era hora de juntar su gusto por la
música y su talento para el cine. Solo había que hacerse la pregunta sobre qué
vendría luego ¿Stones o Beatles?, Serían los Stones con Shine a Light (2007) y
luego los Beatles con Living in the material world (2011). Entre documental y
concierto, Shine a Light es la cinta definitiva sobre la atemporalidad de los
Stones. Las breves imágenes de archivo periodístico que salpican la
presentación demuestran que la banda lleva cinco décadas sin envejecer un solo
día, el tiempo no perdona la apariencia pero es un mito que merme el espíritu,
los Stones podrían ser sujetos de prueba para la demostración científica de
esta teoría.
La meticulosidad de Scorsese contrasta con el estilo improvisado y juvenil
de la banda que prepara su lista de canciones a última hora, se atreve a dar consejos
sobre iluminación y escenografía y hasta sugiere al director poco ortodoxas
ubicaciones de cámara. El concierto inicia con un Scorsese al borde del colapso, que sin el el orden de
los temas en la mano, no ha posicionado bien sus cámaras y se obligado a
improvisar, es la magia de los Stones, con ellos nada es predecible. El
arranque es brutal y de una calidad musical impecable: Jumpin Jack Flash,
Shatered, She Was Hot. También habrán invitados de lujo, Jack White canta con
Mick Jagger Loving Cup con un sentimiento y veneración expuestos sin vergüenza,
sueño cumplido.
Luego vendría otro gigante, Buddy Guy, uno de los mejores bluseros vivos
para tocar Champagne and Reefer en uno de los puntos más altos del concierto,
esta vez la reverencia va hacia él, al terminar, Richards le obsequia su
guitarra. Continúan las canciones y las excelentes tomas llenas de
espectacularidad y color, Cristina Aguilera interpreta con ellos Live with me.
Entre el público de todas las generaciones se dejan ver Bruce Willis y Benicio
del Toro disfrutando como anónimos de la que seguramente es su banda favorita.
El concierto continúa emotivo, salvaje y crudo hasta el final. En una de las
entrevistas a Jagger en su juventud se le pregunta: ¿Te imaginas haciendo esto
a los sesenta años?, -Si, definitivamente- este año Mick cumplió 69 y los
Stones preparan nuevo disco y una próxima gira mundial.
A propósito de la reedición de Exile on Main Street, con 10 canciones
inéditas, Stephen Kijak filmó Stones in
Exile (2010), documental que revive la grabación del álbum a través del
testimonio de sus protagonistas y cómo impactó en el rock y la vida de diferentes
músicos que explican lo que significa el disco para ellos. -¿Por qué ir a un
estudio?, podemos hacerlo aquí- Exile se grabó en Villa Nelcotte, en la Costa
Azul, al sur del Francia entre junio y septiembre de 1971. Los Stones huían de
Londres para evitar los elevados impuestos y tomar nuevos aires creativos,
estábamos “demasiado ingleses” dice Jagger, había que encontrar un nuevo
estilo. Exile es un trabajo experimental y tradicional a la vez. para conseguir
diferentes sonidos se aprovecharon los espacios de la casa de inusuales formas:
Jagger cantando en el cuarto de limpieza tras la puerta cerrada, Wyman tocando
bajo una escalera, la batería en la cocina, etc. Todo para hacer un disco country/blues
de la Norteamérica profunda, que le diría al mundo que los Stones hacen lo que
quieren, como quieren, cuando quieren y mejor que nadie, con un álbum que se
convirtió en el epítome de la actitud del rock`n roll.
En el punto más alto de su auge comercial sacan un disco sin éxitos pop, lo
que fue confuso para el público y la crítica que calificó el disco de mediocre.
La banda se había vuelto inclasificable y eso molestaba a mucha gente, transgredieron
la ley fundamental del sistema que dice “si es rentable has siempre lo mismo”.
Había la exigencia de pensar diferente, de cambiar la música, y se hizo, ir
contra el estándar de la industria musical. Los Stones se convertían en
artistas de feria, “freaks”, como los que componen la portada del disco, que en
el contexto (guerra de Vietnam, revolución cultural, política y sexual) sonaba
apocalíptico y fascinante; dice Richards –no es exactamente un trabajo
académico el de componer, sino algo que está pasando y se manifiesta- eso es
Exile, el grito de una época de cambios y no solo por eso es el mejor disco de
los Stones, sino por su violencia, pasión, nostalgia y la calidad de unos
músicos que se encontraban en el mejor momento de sus vidas.
Mick Jagger y Keith Richards en el cine
No sorprende que la personalidad de Jagger y su experiencia casi teatral en
los conciertos lo haya puesto en el ojo de más de un director en sus cinco
décadas de carrera. El primero en notar su potencial fue Nicholas Roeg, quien
trabajaba en su opera prima, Performance (1970), que también sería el primer y
mejor papel de Jagger en el cine, con una actuación destacada. El resultado fue
una película cuya complejidad debía destinarla al más rotundo fracaso o
colocarla (como sucedió) en la categoría de obra de culto. Develar su trama
sería asesinar su encanto, sobre ella hay que hablar sin decir demasiado: alucinógenos,
gangsters y estrellas de rock. Filmada tres años antes, fue censurada por los
tribunales ingleses, exigiendo el recorte de las explícitas escenas de sexo,
violencia y consumo de drogas, tras una larga batalla Roeg no tuvo más que ceder,
aún así se logró una excelente edición, que finalmente no desmereció la cinta.
Performance es una de las grandes películas de la psicodelia compartiendo el
podio con Blow Up de Antonioni y El Topo de Alejandro Jodorowski, menos
conocida que estas quizá, pero igual de imprescindible. Roeg apostará por el
talento de otro músico siete años más tarde al trabajar con David Bowie en The
Man who fell to earth.
El mismo la voz de los Stones volvería esta vez con un protagónico en Ned
Kelly de Tony Richardson, la historia del irlandés héroe y forajido que se
levantó contra el injusto trato que el gobierno colonial australiano impartía a
sus compatriotas inmigrantes. Según la historia Kelly era un hombre
tremendamente rudo y masculino, a pesar de esta diferencia sustancial, la
actuación de Jagger es más que aceptable para ser un chico de veinte años con
apariencia mucho menor y características físicas lejos del prototipo de un
hombre brutal. Además el rockero interpreta canciones para la película, que
junto a la música de Waylon Jennings, ícono del country, hacen de la cinta una
balada folk traducida al cine. Evocativa, con una bella fotografía, que evoca
la vida del campo en las praderas australianas, Ned kelly no es la versión
definitiva sobre el personaje histórico, pero si una buena película que se deja
disfrutar y de la que se pueden rescatar escenas memorables, como la de Jagger,
revolver en mano, enfrentando una lluvia de balas enfundado en una rústica
armadura de metal, como una versión primitiva de Iron Man.
Ambas películas constituyen el mejor momento del músico en el cine. Running
out of luck (1987) y Freejack (1992) serían trabajos menos afortunados que
duramente alcanzaron una calificación regular. En 2007 Keith Richards haría su
aparición como actor en la cinta de Gore Vervinski, Piratas del Caribe: en el
fin del mundo, su apariencia de tipo duro lo llevaría a interpretar el papel
del Capitán Teague, lider de todos los piratas, que repetiría en Mareas
misteriosas, de la misma saga en 2011. Además los Rolling Stones han prestado
sus canciones para innumerables filmes, documentales, series, especiales de
televisión y hasta juegos de video. Solo por citar algunos: Los Infiltrados, Casino y Buenos Muchachos
(Scorsese), Zabriskie Point (Antonioni), Apocalipsys Now (Coppola), Miedo y
Asco en las Vegas (Terry Gilliam), The Royal Tenenbaums (Wes Anderson), El
Luchador (David O. Russell) y series como: Los Sopranos, CSI, Lost, Doctor
House, y los Simpson.
Publicado en revista Godard!
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