miércoles, 15 de octubre de 2014

La banda de Rock más grande del mundo


No existe la certeza de nada más irrefutable: discutamos sobre Dios, el sentido de la vida o el amor y todos dejarán más dudas de las que podrán resolver; hablemos sobre los Stones y la realidad será entonces, como la primera frase de este párrafo, una de las pocas verdades absolutas de la tierra. Si Los Beatles (sin  duda el grupo más legendario) fueron el Cristo del rock y el pop, los Stones, sus satánicas majestades,  fueron el anticristo de una época cuya simpatía por el diablo comenzó a romper con todo lo establecido, a lograr urgentes cambios. Los Stones siguen siendo la banda sonora de la película del último medio siglo, el más importante quizá, de la historia de la humanidad.

Mick Jagger dijo alguna vez que el espíritu de los Stones, vivía en los escenarios, como el de los Beatles en sus discos. Nada más cierto, es a partir de esta premisa que nace la sólida relación de la banda con el cine. En sus primeros años de fundación, más que su música, llamaba la atención de la prensa y comunidad londinenses la apariencia rebelde y la inmoral descarga de energía de los conciertos de una banda que se perfilaba peligrosa para el status quo. Charlie is my Darling (1966) de Peter Whitehead, fue la primera película de los Stones, un documental que capta precisamente la polarización de jóvenes y adultos frente a un grupo que para unos representaba libertad y para otros el caos y el comienzo del fin de la sociedad que conocían.

Son entrañables los momentos espontáneos en que Jagger, Richards, Jones, Watts y Wyman bromean, discuten e improvisan con la candidéz de unos muchachos en sus tempranos veinte años. No obstante ya se muestran como músicos maduros. El director tiene la suerte de filmar al grupo en el año en que con Aftermath, su primer álbum de temas enteramente originales, logran el estilo propio que los definiría en adelante. Brian Jones dice “estoy satisfecho con lo que hacemos” y es algo que se refleja claramente en los demás. La explosividad de sus conciertos, como lo demuestra este primer testimonio cinematográfico, lejos de disminuir ha crecido hacia una espectacularidad incomparable. Otro aspecto interesante que no se repetirá en futuras cintas será el escaso protagonismo de Jagger y el acierto de mostrar a la banda, en lo que a imagen se refiere, como un todo. Una de las últimas escenas muestra a Richards y Jagger improvisando una digna parodia de Elvis en Are you lonesome tonight?.

Francia, mayo de 1968: los jóvenes se convierten en un movimiento socio-cultural capaz de enfrentar a la creciente sociedad de consumo promovida por los medios masivos de comunicación; con los gobiernos de occidente puestos en jaque y los Rolling Stones, Beatles, Bob Dylan, entre otros, como ídolos musicales de la contracultura puesta en pie de guerra, Jean-Luc Godard dirige Sympathy for the Devil. Originalmente titulada One plus One, la película aborda diversos temas en una narrativa principal algo complicada debido al caracter interpretativo de los mensajes y la edición, que aunque brillante, resulta enrevesada a la hora de exponer tal número de materias y preguntas subjetivas. Se trata de un filme de doble género, por un lado el rockumentary, en las escenas en que salen los Stones grabando Sympathy for the Devil; por el otro una reflexión socio-filosófica de los problemas de la época y el papel de sus protagonistas (jóvenes, intelectuales, revolucionarios).

El concierto gratuito de los Rolling Stones en el Hyde Park de Londres reunió a 650 mil personas, el evento musical más grande que había visto el mundo hasta la fecha fue capturado por Ju Durden y Leslie Woodhead en Stones in the Park (1969). De altísima calidad, es uno de los mejores documentales sobre la banda y compone además un inapreciable retrato del espíritu de los 60. Destaca por su sencillez: tomas de la banda tocando, momentos íntimos del grupo, entrevistas a los personajes de la calle y a un Mick Jagger que parece un anticristo idealista. “Un concierto no solo se trata de salir a entretener y tocar música, sino de compartir con el público un sentimiento común, de tomarse las manos todos juntos y bailar alrededor de ese sentimiento” dice Jagger, visiblemente afectado por la muerte dos días antes del guitarrista, fundador del grupo y amigo, Brian Jones; a él le dedica, en uno de los momentos más emotivos del concierto el poema de Percy Bysshe Shelley, Adonaïs, una sentida elegía recitada en el silencio de más de medio millón de fanáticos.


Esta sería también la primera aparición en vivo del reemplazo de Jones, Mick Taylor, ex guitarrista de John Mayall and the Bluesbreakers. De las entrevistas a quienes asistieron al evento se desprenden dos mensajes claros respecto a los Stones y que explican la tremenda simpatía de su legión de seguidores: -los Rolling Stones son como nosotros, solitarios y forasteros- y que –al contrario de los Beatles y otras bandas son anti stablishment-. Los Stones eran todo lo que no debían ser y triunfaron. Entre el público de viejos rockeros y nuevos hippies aparece un joven Paul McCartney confundido entre la multitud disfrutando del frenesí musical de la banda más salvaje del mundo.

Tras tocar los mejores temas de su último álbum Beggars Banquet, el primero de sus cuatro discos leyenda, se despiden tocando Sympathy for the Devil con una banda de percusionistas africanos en un apoteósico final que deja en claro que la historia continúa ajena al curso de la vida. La presentación del 5 de julio de 1969 quedó registrada como una de las más sentidas e históricamente más importantes del grupo, fue transmitida más adelante por la televisión británica con una gran respuesta. Ese mismo año graban Let it Bleed, disco que cuenta con composiciones del fallecido Jones y el recién llegado Taylor que sería otro éxito mundial. Con este álbum emprenderían una nueva gira por Estados Unidos de donde saldría un nuevo trabajo cinematográfico.

Gimme Shelter (1969) se basaría en otro memorable concierto de los Stones, solo que esta vez menos afortunado que el anterior. Dirigido por los hermanos Albert y David Maysles, el documental recoge imágenes de la gira del Let it Bleed por Norteamérica, rotundamente exitosa aunque finalmente enlutada por la tragedia de Altamont. Tres partes componen la cinta: la grabación de algunos temas de su próximo disco, donde se muestra el proceso creativo de la banda, sus ratos de ocio, bromas y actitudes personales; la serie de exitosos conciertos acompañados por Ike y Tina Turner y el fatídico concierto. El 6 de diciembre de 1969 llegaron hasta California 300 mil personas de todos los rincones de Estados Unidos para lo que prometía ser el nuevo Woodstock. La riqueza de este material la constituyen los personajes de una década que no volverá, la psicodelia y el consumo de toda clase de sustancias psicotrópicas estaba en el punto de quiebre entre el “paz y amor” y el descontrol que llama a la violencia y esa línea, claro, se rompió.


Según la filosofía de las drogas (inalterable hasta hoy) no es suficiente con pasarlo bien porque siempre puedes pasarlo mejor, solo hay que sazonar el momento con dos o tres pastillas, unos polvos, hierbas, o esos hongos que no suelen usarse en la cocina. La gente de Altamont, fieles a sus convicciones, decidieron pasar de la teoría al empirismo tal vez demasiado pronto,  la lucidéz no era la condición general, se había escondido en botellas de cerveza y cigarrillos que no eran de tabaco. Desde muy temprano tocaron Crosby, Stills, Nash and Young, Santana, The Flying Burrito Brothers y Jefferson Airplane. Fue con estos últimos que inició el desbande. A Recomendación de los Grateful Dead, los Stones contrataron para mantener el orden a la mundialmente conocida banda de motociclistas renegados los Hells Angels, seguro teniendo en cuenta que estos ya habían actuado como seguridad en el Hyde Park de Londres sin ningún problema.

Con Jefferson Airplane empezaron los disturbios, entre la enajenación del tumulto y la confusión general el cantante Marty Balin fue noqueado por un Ángel del Infierno en el escenario, luego de este incidente los Grateful Dead decidieron cancelar su presentación. Entre innumerables disturbios, tres partos, tres muertes accidentales y muchos evacuados por las sobredosis llegaron los Stones como acto final. La situación era insostenible, fue un concierto accidentado, con Jagger llamando a la calma a cada instante y dentro de una atmósfera tensa, visiblemente incómoda para el grupo. La tragedia se consumó cuando Meredith Hunter, un joven de color, sacó un revólver con intención de dirigirse al escenario siendo interceptado por un Ángel del Infierno que lo apuñaló repetidas veces ocasionándole la muerte, todo fue captado en la película. Denme refugio (Gimme Shelter), era la sensación de los Stones tras el fatídico hecho que puso fin a una serie de exitosas presentaciones. La cinta es la fotografía de una época, que compone, junto a Stones in the Park, dos visiones diferentes de un mismo contexto histórico, la estadounidense y la europea.


En 1972 la banda se encontraba en el punto más alto de su talento creativo, editan Exile on Main Street, su mejor álbum hasta hoy, ya icónico en la historia del rock. Vuelven a los Estados Unidos, esta vez en su mejor momento y más salvajes que nunca. De esta nueva gira nace Cocksucker Blues de Robert Frank, fotógrafo de la banda que también realizó la portada del Exile. Debido a su contenido calificado de “demasiado obsceno” nunca fue estrenada formalmente, solo pudo conseguirse un permiso para presentarla una vez al año en el cinematógrafo de Londres. Estamos ante un híbrido entre documental y ficción, todo el material de los Stones es original, sin embargo para determinadas escenas se utilizaron actores desconocidos.

Sexo, drogas y Rock`n Roll, de esto trata la cinta, de cuando el desenfreno y la genialidad se encuentran en su máxima expresión y caminan juntas de la mano hasta que inexorablemente se agarren a trompadas. Groupies inyectándose heroína, fornicando en el avión, el aburrimiento en los hoteles, la explosión en los conciertos, todo esto es presentado sin una línea argumental o narrador, es más como un collage de imágenes grabadas para matar el tiempo. De Cocksucker Blues podemos rescatar imágenes que se graban indelebles en la memoria: Jagger jalando cocaína de un cuchillo antes de salir al escenario, Richards tirando un televisor por la ventana de un hotel y los cameos de Truman Capote y Andy Warhol, ambos amigos de la banda.

Exile on Main Street, no solo había elevado a los Stones a la condición de arquitectos del Rock`n Roll, los consolidó como la banda que daba las mejores presentaciones en vivo del mundo, Ladies and Gentlemen: The Rolling Stones (1973) da fe de este gran momento interpretativo. Rollin Binzer dirige un concierto atípico, alejado de la explosión de luces, colores y la teatralidad característica, para crear una atmósfera más íntima y obscura, justo como la del Exile on Main St. Editada a partir de dos presentaciones en Fort Worth, Texas, este concierto ocupa, sin duda, el primer lugar de cualquier lista de los Stones.


En los noventa minutos de duración la cámara está enfocada casi todo el tiempo en Jagger y no es para menos, ha de ser el mejor frontman y uno de los mejores vocalistas de la historia; Taylor se encuentra en su mejor condición técnica, y junto a Richards, los Stones tienen dos guitarristas capaces de igualar las presentaciones de virtuosos como los de Led Zeppelin o Cream. Hay que resaltar la magnífica edición en cuanto a tomas y canciones, que logran el equilibrio perfecto entre el sentimiento del blues y la rebelde locura del rock. El público se muestra solo pocos segundos, la banda parece tocar para si misma, enfrentando un mar de oscuridad infinita, la iluminación es escasa y solo para ellos, que encienden con su música el lugar. Un concierto increíble que provoca viajar en el tiempo y no regresar jamás.

La adicción a la heroína de Richards y el afán protagónico de Jagger produjo enfrentamientos en la banda, tensión superada en los estudios y que produjo exitosos discos, que no obstante, no superaron la altísima vaya de sus trabajos anteriores. En los escenarios la situación era distinta, nada había cambiado, por el contrario, sus presentaciones mostraban una banda sólida y con más energía que nunca. De vuelta en Fort Worth, Texas y en plena explosión del Punk y el Heavy metal, los Stones regresan para demostrar que siguen más vigentes que nunca con Some Girls (1978), concierto dirigido por Lynn Lenau, que forma parte de la gira del álbum del mismo nombre. Tres años atrás Mick taylor había dejado la banda, su reemplazo desde 1975, Ron Wood, ex Faces, se acopló de inmediato dándoles una dosis de actitud y talento que solo elevaron al grupo a otro nivel de espectacularidad, Some Girls es la viva prueba.

Una carga fuerte carga sexual domina este concierto, los stones son una fuerza animal que fornica multitudes. El arranque sin piedad deja sin aliento al público, hoy, frente a la pantalla es posible revivir la misma sensación. Puro y duro Rock`n Roll, los temas bluseros dieron paso a explosivas canciones de riffs demoledores con una carga cinética imparable como Shatered, When the whip comes down o Star Star. La química entre Jagger, Wood y Richards da a esta presentación y a todas las posteriores una proyección lúdica y aún más desenfadada (si eso era posible). Los Stones retornaban con un tremendo disco y una actitud atemporal que comenzaba a unir generaciones, su público ya fueran adolescentes, viejos o adultos son siempre jóvenes, como atestigua esta cinta, reunidos bajo el símbolo de La Lengua que ya es símbolo de la inmortalidad y el legado imperecedero del rock. La versión remasterizada de Some Girls fue estrenada en la cartelera nacional este año para deleite de todos los peruanos.

De esta etapa se desprende otro gran concierto, Let`s spend the night together (1982) de Hal Ashby. Hace ya treinta años esta cinta presentaba un formato de homenaje a los Rolling Stones, podemos intuir que el director y porque no, el mundo entero jamás imaginaron que la magia duraría hasta nuestros días. Nuevamente un escenario americano, esta vez Arizona, vibraría con otra inigualable velada musical. La variedad del repertorio es el punto fuerte de este filme, que tiene lo mejor de cada etapa de los ingleses: clásicos de su juventud con Brian Johnson, el country/blues de los setenta y el nuevo sonido funky/rock del Some Girls.

Se dice de los estadounidenses que son muy exagerados en cuanto a pompa se refiere, nada más cerca de la verdad. Este concierto no escatima recursos en deslumbrar al público con toda clase de artificios y números preparados para determinadas canciones. Como siempre, los Stones derrochan una potencia inagotable demostrando que el espíritu del rock`n roll es siempre joven. Las canciones se encuentran alternadas con breves imágenes del grupo en sus inicios y algunas entrevistas a Jagger, Richards, Watts y Wood. Un concierto imprescindible, una fiesta sin igual que deja satisfecho a quien puede revivirla a través de la pantalla.


Nueve años más tarde los Stones seguían tocando contra todo lo que las leyes de la probabilidad y la naturaleza humana suponían. En lo personal, salían de una situación crítica en los estudios producto del deterioro de sus relaciones personales. Dirty Work y Undercover no habían sido los mejores discos. Steel Wheels de 1989 significó su retorno al éxito comercial y una nueva gira mundial que llegaría al cine de la mano de Noel Archambault, Stones At the Max (1991) marcaría una nueva etapa del en música e imagen. Sorprende ver a los Stones con el cabello corto por primera vez, muy señores, con un cambio de estilo pero no de actitud. At the Max recoge las presentaciones del tour en Berlín y Londres, todo en aquella gira fue ciclópeo: desde el escenario, las enormes figuras inflables y fuegos artificiales hasta el talento de la banda y la orquesta que acompañaba las canciones. Otro deslumbrante concierto esta vez filmado en IMAX, el hoy tan publicitado formato, que mostraba a los Stones en toda su magnitud, diez veces su tamaño en relación a la película normal de 35mml.

Un fantasma del pasado volvería en 1996, The Rolling Stones Rock`n Roll Circus de Michael Lindsay-Hogg, grabado en 1968 para la televisión británica, jamás estrenado, que permaneció olvidado en los almacenes de un estudio clausurado por décadas. Entre las principales preguntas sin respuesta del hombre, como porqué estamos aquí y cuál es el sentido de la vida, debería añadirse porqué semejante joya permaneció oculta cuarenta años en la más infame ignominia. Grabado originalmente para ser trasmitido como un especial de navidad a modo de promocionar el Beggars Banquet, Rock`n Roll Circus reune a una constelación de jóvenes estrellas que hoy son veneradas como parte del espíritu de una década prodigiosa para la música, aquí están muchos de los protagonistas que lo cambiaron todo. El marco es el de una sátira circense, con acróbatas, tragafuegos y enanos reales, los Stones como directores del circo presentan una a una a las bandas de atracciones de carpa que habrán de entretener al público.

Los Jethro Tull, con Tommy Iommi (futuro Black sabbath) son el primer acto, porque tocar la flauta traversa y cantar saltando en un pie en la banda que sería el padre del rock progresivo tiene que impresionar a más de uno, primero al pequeño público del circo, después al mundo. Tremendos. Segundo acto: The Who, con tres increíbles discos a cuestas y My Generation en camino, hacen lo que tienen que hacer, espectaculares, no hay que decir más. Tercer acto: Taj Mahal con toda la actitud que le precede hasta hoy. Cuarto acto: Marianne Faithful, en ese entonces novia de Jagger, con una balada que congela el corazón.

Quinto acto: La legendaria Dirty Mac, el supergrupo compuesto por John Lennon, Keith Richards, Eric Clapton y Mitch Mitchell de The Jimmi Hendrix Experience. Tocan Yer Blues, la mejor versión de esta canción jamás realizada, tal despliegue de talento resulta indescriptible y produce ese sentimiento que solo asoma al contemplar el arte en su expresión más sublime; luego viene Whole Lotta Yoko, un jammin blues con la participación del violinista Ivry Gitlis, que con su Stradivarius de 1713 impone toda la clase que hace falta. Esta sería la primera presentación de Lennon como solista fuera de los Beatles. Los Rolling Stones son el acto final, en una presentación fantástica con premonición de elegía, pues será el último concierto de los Stones con su formación original, también la última presentación en vivo de Brian Jones, que moriría trágicamente meses más tarde. Rock`n Roll Circus es imprescindible para quien aprecie la música en cualquiera de sus formas.


Sobre la muerte de Brian Jones, el parte policial concluyó que había sido un accidente, según el testimonio de su enfermera, él se encontraba drogado y pasado de copas cuando a media noche se le ocurrió nadar en su piscina donde se ahogó presuntamente por un desmayo. No se encontró rastro de estas sustancias en su cuerpo. Stoned (2005) de Stephen Wolley reproduce los últimos días del músico a partir de una supuesta confesión de su asesino, Frank Thorogood, en su lecho de muerte en 1993. Jones era un hombre complicado más allá de lo que cualquier director podría suponer, así que no estamos ante la película definitiva sobre el fundador de los Stones, pero si ante una aceptable ficción que en lo argumental podría estar bastante cerca de la realidad. Hay un punto débil y es el protagónico algo sobreactuado que hace de Jones una especie de excéntrico decadente e inmoral, pero que más que un tormento como suele pasar con las estrellas de rock, aquí parece como una condición autoimpuesta y forzada para elevar al personaje a un estatus místico. En suma una película interesante, pero si se quiere tener una visión real sobre Jones mejor remitirse a los documentales, conciertos y bibliografía.

Tenía que llegar tarde o temprano, primero fue Bob Dylan, con No Direction Home (2005), que Martin Scorsese decidió que era hora de juntar su gusto por la música y su talento para el cine. Solo había que hacerse la pregunta sobre qué vendría luego ¿Stones o Beatles?, Serían los Stones con Shine a Light (2007) y luego los Beatles con Living in the material world (2011). Entre documental y concierto, Shine a Light es la cinta definitiva sobre la atemporalidad de los Stones. Las breves imágenes de archivo periodístico que salpican la presentación demuestran que la banda lleva cinco décadas sin envejecer un solo día, el tiempo no perdona la apariencia pero es un mito que merme el espíritu, los Stones podrían ser sujetos de prueba para la demostración científica de esta teoría. 

La meticulosidad de Scorsese contrasta con el estilo improvisado y juvenil de la banda que prepara su lista de canciones a última hora, se atreve a dar consejos sobre iluminación y escenografía y hasta sugiere al director poco ortodoxas ubicaciones de cámara. El concierto inicia con un Scorsese  al borde del colapso, que sin el el orden de los temas en la mano, no ha posicionado bien sus cámaras y se obligado a improvisar, es la magia de los Stones, con ellos nada es predecible. El arranque es brutal y de una calidad musical impecable: Jumpin Jack Flash, Shatered, She Was Hot. También habrán invitados de lujo, Jack White canta con Mick Jagger Loving Cup con un sentimiento y veneración expuestos sin vergüenza, sueño cumplido.

Luego vendría otro gigante, Buddy Guy, uno de los mejores bluseros vivos para tocar Champagne and Reefer en uno de los puntos más altos del concierto, esta vez la reverencia va hacia él, al terminar, Richards le obsequia su guitarra. Continúan las canciones y las excelentes tomas llenas de espectacularidad y color, Cristina Aguilera interpreta con ellos Live with me. Entre el público de todas las generaciones se dejan ver Bruce Willis y Benicio del Toro disfrutando como anónimos de la que seguramente es su banda favorita. El concierto continúa emotivo, salvaje y crudo hasta el final. En una de las entrevistas a Jagger en su juventud se le pregunta: ¿Te imaginas haciendo esto a los sesenta años?, -Si, definitivamente- este año Mick cumplió 69 y los Stones preparan nuevo disco y una próxima gira mundial.


A propósito de la reedición de Exile on Main Street, con 10 canciones inéditas, Stephen Kijak filmó Stones in Exile (2010), documental que revive la grabación del álbum a través del testimonio de sus protagonistas y cómo impactó en el rock y la vida de diferentes músicos que explican lo que significa el disco para ellos. -¿Por qué ir a un estudio?, podemos hacerlo aquí- Exile se grabó en Villa Nelcotte, en la Costa Azul, al sur del Francia entre junio y septiembre de 1971. Los Stones huían de Londres para evitar los elevados impuestos y tomar nuevos aires creativos, estábamos “demasiado ingleses” dice Jagger, había que encontrar un nuevo estilo. Exile es un trabajo experimental y tradicional a la vez. para conseguir diferentes sonidos se aprovecharon los espacios de la casa de inusuales formas: Jagger cantando en el cuarto de limpieza tras la puerta cerrada, Wyman tocando bajo una escalera, la batería en la cocina, etc. Todo para hacer un disco country/blues de la Norteamérica profunda, que le diría al mundo que los Stones hacen lo que quieren, como quieren, cuando quieren y mejor que nadie, con un álbum que se convirtió en el epítome de la actitud del rock`n roll.

En el punto más alto de su auge comercial sacan un disco sin éxitos pop, lo que fue confuso para el público y la crítica que calificó el disco de mediocre. La banda se había vuelto inclasificable y eso molestaba a mucha gente, transgredieron la ley fundamental del sistema que dice “si es rentable has siempre lo mismo”. Había la exigencia de pensar diferente, de cambiar la música, y se hizo, ir contra el estándar de la industria musical. Los Stones se convertían en artistas de feria, “freaks”, como los que componen la portada del disco, que en el contexto (guerra de Vietnam, revolución cultural, política y sexual) sonaba apocalíptico y fascinante; dice Richards –no es exactamente un trabajo académico el de componer, sino algo que está pasando y se manifiesta- eso es Exile, el grito de una época de cambios y no solo por eso es el mejor disco de los Stones, sino por su violencia, pasión, nostalgia y la calidad de unos músicos que se encontraban en el mejor momento de sus vidas.


Mick Jagger y Keith Richards en el cine

No sorprende que la personalidad de Jagger y su experiencia casi teatral en los conciertos lo haya puesto en el ojo de más de un director en sus cinco décadas de carrera. El primero en notar su potencial fue Nicholas Roeg, quien trabajaba en su opera prima, Performance (1970), que también sería el primer y mejor papel de Jagger en el cine, con una actuación destacada. El resultado fue una película cuya complejidad debía destinarla al más rotundo fracaso o colocarla (como sucedió) en la categoría de obra de culto. Develar su trama sería asesinar su encanto, sobre ella hay que hablar sin decir demasiado: alucinógenos, gangsters y estrellas de rock. Filmada tres años antes, fue censurada por los tribunales ingleses, exigiendo el recorte de las explícitas escenas de sexo, violencia y consumo de drogas, tras una larga batalla Roeg no tuvo más que ceder, aún así se logró una excelente edición, que finalmente no desmereció la cinta. Performance es una de las grandes películas de la psicodelia compartiendo el podio con Blow Up de Antonioni y El Topo de Alejandro Jodorowski, menos conocida que estas quizá, pero igual de imprescindible. Roeg apostará por el talento de otro músico siete años más tarde al trabajar con David Bowie en The Man who fell to earth.

El mismo la voz de los Stones volvería esta vez con un protagónico en Ned Kelly de Tony Richardson, la historia del irlandés héroe y forajido que se levantó contra el injusto trato que el gobierno colonial australiano impartía a sus compatriotas inmigrantes. Según la historia Kelly era un hombre tremendamente rudo y masculino, a pesar de esta diferencia sustancial, la actuación de Jagger es más que aceptable para ser un chico de veinte años con apariencia mucho menor y características físicas lejos del prototipo de un hombre brutal. Además el rockero interpreta canciones para la película, que junto a la música de Waylon Jennings, ícono del country, hacen de la cinta una balada folk traducida al cine. Evocativa, con una bella fotografía, que evoca la vida del campo en las praderas australianas, Ned kelly no es la versión definitiva sobre el personaje histórico, pero si una buena película que se deja disfrutar y de la que se pueden rescatar escenas memorables, como la de Jagger, revolver en mano, enfrentando una lluvia de balas enfundado en una rústica armadura de metal, como una versión primitiva de Iron Man.

Ambas películas constituyen el mejor momento del músico en el cine. Running out of luck (1987) y Freejack (1992) serían trabajos menos afortunados que duramente alcanzaron una calificación regular. En 2007 Keith Richards haría su aparición como actor en la cinta de Gore Vervinski, Piratas del Caribe: en el fin del mundo, su apariencia de tipo duro lo llevaría a interpretar el papel del Capitán Teague, lider de todos los piratas, que repetiría en Mareas misteriosas, de la misma saga en 2011. Además los Rolling Stones han prestado sus canciones para innumerables filmes, documentales, series, especiales de televisión y hasta juegos de video. Solo por citar algunos: Los  Infiltrados, Casino y Buenos Muchachos (Scorsese), Zabriskie Point (Antonioni), Apocalipsys Now (Coppola), Miedo y Asco en las Vegas (Terry Gilliam), The Royal Tenenbaums (Wes Anderson), El Luchador (David O. Russell) y series como: Los Sopranos, CSI, Lost, Doctor House, y los Simpson.

Publicado en revista Godard!

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