jueves, 16 de octubre de 2014

Primeros auxilios

Qué desintegración es esta de barrer debajo de las camas
del sexo burocrático de vuélvase la próxima semana,
amor hay, pero más sellos, más proceso del quilo
de cebolla a crédito y la inutilidad lujosa de vestir
un zapato y otro iguales.

Ese apremio de limpiarse hasta los huesos la existencia,
de ajustarse los cordones con los dientes,
alistar a la familia, esposa, niños
para esperar puntuales al camión de la basura
y arrojarse como bolsas al triturador
sonriendo estúpidamente entre sodas aplastadas
y restos de profiláctica fecal, limones, guisos.

Desintegración por el gusto de borrarse
y para qué, si ya están todos muertos,
como latas de conservas,
letreros de autostop,
recetas de jarabes.
y esperar la corrosión sin saber que el óxido de la garganta
no es la sed, sino las paredes derrumbadas de unos barcos
que se incendian en los sótanos de los museos.

Hay que marcharse como un perro a las trincheras
y al crujir de las botas, las sotanas y los himnos
cargar las bayonetas con los dientes y olvidarlas,
y morder dura y bestialmente ennoblecidos con
verdades poderosas.

Triunfar perdiendo a muchos, casi todos
y borrar los códigos de las legumbres,
repartir dispares de zapatos a las viudas
y a los niños rescatarlos del camión de la basura
gritando como venerables tanques sin gatillo
nunca más a los candados que rompimos
con los dedos triturados.

Gervasio Gallardo

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